A doce meses de la devastación provocada por la tormenta tropical “Alberto” en Nuevo León, el panorama en varias regiones del estado sigue siendo desolador. Las carreteras estatales, duramente golpeadas por las intensas lluvias y deslaves, continúan mostrando los severos daños, mientras la ayuda estatal permanece ausente. Esta falta de acción ha obligado a que los municipios afectados y los propios habitantes asuman los trabajos temporales para mantener, aunque sea de forma precaria, la circulación en estas rutas.
El Gobierno de Nuevo León, encabezado por Samuel García, recibió para este 2024 un presupuesto aprobado de 180 millones de pesos destinados a la reconstrucción de las zonas afectadas por el fenómeno meteorológico. Sin embargo, ese dinero no ha llegado a los puntos más dañados, donde los estragos son evidentes. Las carreteras que conectan a Laguna de Sánchez y Los Lirios, ubicadas en la Sierra de Santiago, así como el acceso a la zona de La Huasteca, en Santa Catarina, siguen sin recibir obras de rehabilitación de fondo.

Arreglos temporales con recursos locales
Frente a la inacción del Estado, los alcaldes, empresarios y vecinos de las comunidades afectadas han tenido que actuar por su cuenta. Las reparaciones que han logrado hasta ahora son únicamente medidas emergentes, consistentes en rellenos de tierra y piedra para evitar que las vías se cierren por completo. Estas soluciones no garantizan la seguridad de los automovilistas y podrían venirse abajo con nuevas lluvias.
David de la Peña, alcalde de Santiago, explicó que han invertido ya cerca de 4 millones de pesos en estas labores emergentes. Aunque los trabajos han permitido mantener el paso en algunos tramos, el alcalde fue claro al señalar que el monto necesario para reconstruir adecuadamente la infraestructura supera los 158 millones de pesos, recursos que debieron haber sido cubiertos por el presupuesto autorizado.
Además, de la Peña denunció que ha intentado en múltiples ocasiones establecer contacto con Hernán Villarreal, Secretario de Movilidad de Nuevo León, sin obtener respuesta alguna. Esta falta de comunicación ha generado mayor frustración entre los habitantes de las comunidades serranas, quienes sienten que han sido olvidados por el gobierno estatal.
Consecuencias de Alberto: Deslaves y rutas inseguras
El deterioro es evidente en la carretera a Laguna de Sánchez, donde los deslaves han convertido varias partes del camino en terracería peligrosa. Los constantes desprendimientos de laderas mantienen a los conductores bajo alto riesgo, especialmente en temporada de lluvias, cuando transitar por la zona se vuelve un verdadero desafío.
La situación es similar, e incluso peor, en la ruta hacia Los Lirios. En comunidades como San José de las Boquillas, La Peñita, San Sebastián, El Cilantrillo y La Jacinta, los daños no solo persisten, sino que cada día aumentan los nuevos desgajamientos, lo que obstaculiza la circulación y aísla parcialmente a sus habitantes. La falta de mantenimiento agrava la vulnerabilidad de estas comunidades rurales, cuya conectividad depende casi por completo de estas vías.
A pesar de la gravedad de la situación, no se observan avances significativos por parte de las autoridades estatales, generando un escenario de abandono prolongado en el que el desgaste de la infraestructura crece mes con mes.
Repercusiones del Huracán en comunidades de Nuevo León
En Santa Catarina, la situación no es menos preocupante. Las comunidades asentadas en la zona de La Huasteca siguen enfrentando aislamiento parcial, particularmente aquellas ubicadas río arriba de la Cortina Rompepicos. Aunque algunos tramos han sido nivelados con tierra y piedra, el acceso a los poblados de San Antonio de la Osamenta, Canoas, El Tunalillo, Santa Cruz y El Pajonal continúa siendo complicado. Los vecinos deben realizar rodeos de hasta cuatro horas cruzando por Coahuila para poder salir o abastecerse de lo necesario.
En otras localidades como Buenos Aires, El Rodeo, Los García, Horcones, Ojo de Agua, San Cristóbal y Nogales, las dificultades van más allá de la movilidad. La escasez de agua potable ha empeorado las condiciones de vida, pues el traslado del vital líquido también depende de caminos que se encuentran en pésimo estado.
Este abandono prolongado afecta directamente a decenas de familias, no solo por el riesgo que implica circular por caminos inseguros, sino por las barreras que genera para acceder a servicios básicos, escuelas, centros de salud y actividades económicas.
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