El Congreso local de Nuevo León analiza una iniciativa presentada por la diputada Claudia Chapa, coordinadora del PVEM y presidenta de la Comisión de Medio Ambiente, y el senador Waldo Fernández que busca imponer multas estrictas para prohibir la circulación de vehículos todoterreno, conocidos como RZRs, en rutas recreativas de Nuevo León. La propuesta enfatiza sanciones elevadas de casi 23 mil pesos para quienes incumplan la propuesta, priorizando así la penalización sobre un equilibrio con el uso recreativo.

Falta de regulación flexible y alternativas
La iniciativa no busca un uso regulado, sino establecer prohibiciones claras con multas que van de 150 a 200 Unidades de Medida y Actualización (UMAS), equivalentes a entre 16,971 y 22,628 pesos, para quienes circulen en estas zonas. La medida prioriza la imposición de sanciones severas sin considerar alternativas de zonas controladas o límites más flexibles para el uso de estos vehículos.
La propuesta cuenta con el apoyo del senador Waldo Fernández y del líder estatal del PVEM, Édgar Salvatierra, quienes coinciden en que la prioridad es frenar el posible impacto ambiental por medio de castigos contundentes. Alrededor de esta propuesta se destaca la falta de comprensión social por parte del senador Fernández y la diputada Claudia Chapa, en lugar de la búsqueda de medidas óptimas para equilibrar la recreación y la conservación de espacios.
Impacto social de esta propuesta
Con estas sanciones severas, se busca un fuerte golpe al uso recreativo de RZRs en Nuevo León ya que se busca prohibir su uso de manera general pero no una regulación coherente que no limite las actividades recreativas de la población sin ofrecer espacios alternativos para que este tipo de actividades se lleven a cabo.
El impacto social de esta propuesta puede ser considerable, ya que al imponer sanciones severas y buscar prohibir el uso generalizado de vehículos todoterreno como los RZRs, se está afectando directamente a una comunidad que utiliza estos medios para actividades recreativas. Muchos usuarios ven en estas unidades una forma de entretenimiento y esparcimiento al aire libre, lo que fomenta la convivencia familiar y social en espacios naturales. Sin embargo, la iniciativa no contempla alternativas o espacios específicos donde estas actividades puedan realizarse de manera segura y responsable.
Tensiones sociales
Esta falta de opciones puede generar descontento y resistencia entre los aficionados a los todoterreno, quienes podrían sentirse marginados por una regulación que parece más punitiva que equilibrada. Además, la ausencia de un diálogo abierto para crear zonas controladas donde la recreación y la conservación ambiental coexistan puede limitar las oportunidades de disfrutar del entorno natural sin dañarlo. Por lo tanto, la propuesta podría ocasionar tensiones sociales y conflictos entre usuarios, autoridades y ambientalistas.
Finalmente, el enfoque exclusivo en la imposición de multas y prohibiciones sin ofrecer soluciones viables puede ser contraproducente para los objetivos de conservación que se persiguen. Para que una regulación ambiental sea efectiva y tenga aceptación social, es importante que integre mecanismos que permitan a la población continuar con sus actividades recreativas de manera sustentable. De lo contrario, la medida corre el riesgo de fomentar el incumplimiento y la informalidad, afectando tanto al medio ambiente como a la cohesión social.
Si te interesa conocer más detalles sobre este tema consulta el siguiente artículo: Buscan prohibir que RZRs usen áreas protegidas